𝓔𝓻𝓪𝓼𝓮 𝓾𝓷𝓪 𝓿𝓮𝔃,

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Una camada de cerditos que nació en una granja muy bonita que se hayaba en un sitio ideal, era perfecta para para la siembra y la cría de animales, habían mucha diversidad por cierto, cada uno tenía su lugar, el tácito natural dejaba implícito que había espacio para todos, y todos a su vez vivían con una alegría descomunal.

Imagen realizada en Canva

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La brisa mañanera parecía alegrarse con el canto de los pájaros que en su libertad dejaban cantos armónicos por todo el lugar.

Mamá y papá cerditos recalcaban a cada uno de sus críos que debían brillar por sus dones en particular, pero una de las cerditas se detenía en mirar cada uno de las hazañas de los demás, esto le ocasionada una sensación de malestar.

Mientras que sus hermanos se estaban descubriendo, ella lo que hacía era mirar, la diferencia significativa que cada uno tenía en comparación con los demás.

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─ ¿Qué te pasa querida hija?, le preguntó su mamá.

─ No me pasa nada, ¿Es que no ves a los demás?

─ ¡No!, no los veo hija mía ¿que te está haciendo tanto mal?

─ Es que son todos ellos, que me critican sin parar,

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La madre desconcertada por la respuesta, que su hija menor con odio le detalló en aquel lugar, observó con mucho recelo para poder averiguar, si en efecto había alguna crítica, que pudiera detallar.

Para su sorpresa no encontró ninguna, y eso la empezó a preocupar, ¿por qué la cerdita se siente dolida? ¿por qué siente que todos la han de criticar?, ¿que pensamientos tiene por dentro, que le ocasionan tal malestar?

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Mamá cerdita, dispuesta ¡Si! muy dispuesta, le contó a papá cerdito lo que estaba ocurriendo entre la hermandad, papá que sentía un apego algo fuerte, por esa cerdita en particular, se sentó y pensó con cabeza fría, todo lo que aquello podía ocasionar.

Los hermanos no pueden incomodarse, por los pensamientos de la cerdita ¡que fatalidad!

Si hasta ahora todos hemos convivido en paz ¿por que ahora todo debería cambiar?, que difícil es tener una familia donde puedan engranar.

Fue así como miraron, lo que ocasionaba su malestar,

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Decidieron llevarla donde el sabio Buho, para que una respuesta sabia les pudiera suministrar.

─ ¡oh, gran Buho, aquí estamos, quisieramos con usted conversar.
─ Le traemos a la menor de nuestras hijas, porque siempre tiene un malestar.
─ Se siente un poco atacada, todo lo toma muy a personal.

El Buho, después de un rato, pensó en lo que le podía pasar,

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─ Esperen un rato afuera, con la cerdita debo hablar.

Pasaron horas y horas y allí seguían, sin dar alguna muestra de lo que podía pasar, tuvieron mucha calma, porque sabían que estaban con una persona profesional,

─ el señor Buho seguro nos dará una respuesta, le decía la mamá al papá

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Por fin se abrió la puerta, y el señor Buho con gran solemnidad, habló su piquito y extendio su ala, en señal de autoridad.

─ ¡Pasen!, debo hablar con ustedes, les dijo el Buho con gran seriedad.
─ El caso es que su hijita, tiene varias cosas a trabajar
─ requerirá de su ayuda, y una paciencia muy especial.

─ Todo ocurre en su cabeza, y eso producto de su inseguridad
─ Se siente menos y por eso se ve atacada
─ es una reacción hacia los otros, por ella no poderse mirar
─ Por eso mira en todos, una razón para recriminar

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─ Háganse cuenta que cada uno es como un espejo, donde ella se puede mirar
─ La tarea es que ella logre verse a sí misma, sin necesidad de verse en los demás
─ Sólo así no sentirá que todos van en contra ella y la quieren martirizar

Si logran que esto ocurra, de seguro todo se arreglará, ¡eso si!, el trabajo es de ella, es una tarea individual, la ira y la tristeza con el tiempo desaparecerán, eso si logra perdonarse y aceptarse en su totalidad.

Fin

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